martes, 30 de diciembre de 2008

LAS TAQUICARDIAS (I)

Se considera que los latidos por minuto en la mayoria de la personas, en reposo, oscilan entre 60 y 100 . 
Se denomina "taquicardia" al  aumento de las pulsaciones por minuto, y, por convenio,  cuando se supera la cifra de 100;  "Bradicardia", es justo lo contrario, cuando las pulsaciones van por debajo de 60 por minuto. 
Empezaremos por decir que estos límites son totalmente arbitrarios, y en absoluto debe considerarse que una frecuencia cardiaca (pulsaciones por minuto) superior a 100 o inferior a 60 sea por si mismo una enfermedad y requiera algun tipo de tratamiento. La frecuencia cardiaca depende de multiples factores, edad, peso, forma física, y especialmente de la genética. Hay personas con bajas pulsaciones toda su vida, y otras  justo lo contrario, sin que esto, en si mismo, sea un factor con demasiada importancia (otra cosa es lo que pueda significar, por ejemplo, falta de forma física o exceso de peso).
Pero centremonos en las taquicardias, uno de los motivos más frecuentes en la consultas  de cardiología.
 No debemos confundir "taquicardia" con "palpitaciones". Para hablar con propiedad de taquicardia deberemos constatar que efectivamente el corazón va más rápido de lo habitual. Esto es fácil de saber, con un reloj con segundero cualquier persona es capaz de contar el numero de latidos por minuto que tiene su corazón, lo que se llama "tomar el pulso". 
En otros casos, lo que notamos son los latidos, sin que necesariamente éstos vayan rápidos. Esto NO es una taquicardia, la causa no tiene explicación (¿porqué a veces nos notamos los latidos y otras veces no?), pero en general no tiene la más minima importancia.
De forma que, en primer lugar, hay que constatar que el paciente, efectivamente, padece de taquicardias. En el próximo artículo explicaremos los tipos más frecuentes de taquicardias.

domingo, 28 de diciembre de 2008

LOS EXTRASíSTOLES


Los latidos cardiacos van siguiendo una secuencia estable, de forma que la distancia entre un latido y el siguiente es aproximadamente la misma. Pero, ocasionalmente, aparece un latido "extra", que se intercala entre dos latidos normales y produce una alteracion del ritmo cardiaco, ya que dos latidos van muy juntos, y el tercero más separado (ver imagen).
Este "latido extra", en griego "extrasístole", es la causa de muchas consultas en cardiologia, ya que muchas personas notan los cambios de ritmo, con la consiguiente alarma. 
La percepción humana es sumamente variable, y aquí tenemos un claro ejemplo de ello. Un fenómeno como la presencia de extrasístoles, que podríamos considerar "casi" normal, por su elevada frecuencia e inocuidad, es percibido por unas personas , y por otras no. Los afortunados/as que no los notan viven ignorantes de su existencia, pero los que los notan pueden llegar a tener auténticos problemas, especialmente psicológicos, ya que buscan, de cardiólogo en cardiólogo, alguien que les solucione un problema para el que hoy la medicina no tiene solución.
Desconocemos casi todo sobre los extrasístoles: porqué se producen, porqué van por temporadas, porqué unas personas las notan y otras no, pero conocemos que son absolutamente benignos, y que las personas que los padecen, si no tienen ninguna enfermedad cardiaca asociada, no tienen más riesgo de arritmias graves que el resto de las personas.
Cuando una persona viene a la consulta quejándose de palpitaciones (la forma de describirlos es sumamente variada), lo que hacemos los cardiólogos es comprobar que no haya ninguna enfermedad cardiaca de base. Para ello suele bastar una exploracion rutinaria (toma de Tension Arterial, auscultación), un Electrocardiograma, un Ecocardiograma (ver apartado correspondiente), ocasionalmente una prueba de esfuerzo, y muchas veces un ECG de Holter, que graba el electrocardiograma de 24 horas y servirá para confirmar nuestra sospecha de que lo que el paciente nota son extrasistoles.
Si todas estas pruebas son normales y se confirma la presencia de extrasístoles, el paciente no precisa de ningún tipo de tratamiento. Basta con una explicación sobre la falta de importancia de los mismos, unos consejos sobre vida sana (evitar alcohol, tabaco, excitantes, comidas copiosas) y, ocasionalmente, algun tratamiento sintomatico que les ayude en aquellos momentos en que los extrasístoles sean especialmente frecuentes y molestos.
Si, por el contrario, el paciente tiene algún tipo de cardiopatía, entonces será esta enfermedad la que debemos tratar, ya que los extrasístoles pueden ser una consecuencia de la misma.

De forma, que si usted nota "cosas raras" en el pecho: "el corazón me da un vuelco", "el corazón se me viene a la boca", "parece que se para", "como un calambre", etc, lo más probable es que tenga extrasístoles. Si estos son frecuentes y molestos, debería acudir a un cardiólogo para confirmar que se trata de este problema, y si, finalmente, el cardiólogo le dice que no tiene importancia, creaselo. Muchas veces lo peor de este "problema" es precisamente la importancia que le da el paciente, pero no el médico, de forma que se crea un conflicto entre un paciente preocupado y un médico que no lo está, con el consiguiente distanciamiento, y a veces, mal entendimiento entre ambos.


sábado, 20 de diciembre de 2008

MEDICAMENTOS PARA TRATAR LA HTA

A continuación describo brevemente los distintos grupos de medicamentos que con mayor frecuencia  se utilizan para el tratamiento de la HTA. Esta lista no es exhaustiva, y sólo debe servir como orientación sobre los productos que usted toma. 

Tenga en cuenta que los medicamentos para tratar la HTA suelen usarse durante años y años, por lo que en general son productos muy seguros, que no hacen daño irreversible a ninguna parte del organismo si se utilizan correctamente. Sin embargo, si es frecuente que , antes o después, aparezca algun tipo de efecto secundario, que  puede obligar a cambiar el tratamiento, desapareciendo esos efectos en pocos dias. No dude en consultar con su médico cualquier aspecto que le pueda preocupar.

-         Betabloqueantes

 En general, los principios activos de los betabloqueantes terminan en “ol”: propranolol, atenolol, metoprolol, bisoprolol, etc. Aunque hay diversos subgrupos con distintas propiedades farmacológicas, la mayoría de los betabloqueantes reducen la Tensión arterial y la frecuencia cardiaca, lo que hace que el corazón trabaje más “descargado”.

Si usted se lee el prospecto que viene en las cajitas de estos medicamentos, probablemente creerá que son venenos puros, dado el gran numero de contraindicaciones y efectos secundarios que se describen (situación por otra parte común a la mayoría de los medicamentos verdaderamente eficaces). No se preocupe, si su cardiólogo le ha prescrito un betabloqueante es porque piensa que lo necesita, y, además, son fármacos muy conocidos y experimentados durante muchos años. Por supuesto, consulte con su médico cualquier duda o posible efecto secundario que usted crea observar, pero le recomendamos no suspender el tratamiento por su cuenta. 

Es importante saber que los pacientes con asma bronquial no deben tomar betabloqueantes, ya que podria empeorar el asma.


-         Diuréticos

 Son medicamentos que, como su nombre indica, aumentan la producción de orina en el riñón. Con ello se consigue evitar la retención de líquidos y reducir la tensión arterial.

Los diuréticos son de distintos tipos y potencias. Para los pacientes hipertensos suelen usarse  los más suaves, en pequeñas dosis y como complemento de otros medicamentos antihipertensivos. Para pacientes con retención grave de líquidos (insuficiencia cardiaca) se usan diuréticos más potentes, las dosis son más altas y requieren vigilancia estricta de sus efectos.

Le recordamos que el uso de diuréticos en ninguna forma evita la necesidad de restringir la sal en la dieta. Y también que estos productos no deben ser consumidos nunca para el tratamiento de la obesidad, y menos sin el oportuno control médico. Esto, que es verdad para la mayoría de los medicamentos, es especialmente necesario en el caso de los diuréticos por la posible pérdida de electrolitos, como el potasio, que producen los diuréticos más potentes.

 

-         Inhibidores de la Enzima de Conversión de la Angiotensina (IECA’s)

 Son fármacos muy utilizados para el control de la Hipertensión arterial y el tratamiento de la insuficiencia cardiaca.

Generalmente terminan en “pril”: Captopril, enalapril, por mencionar algunos de los primeros miembros de esta familia, ahora muy numerosa. Se toleran muy bien, aunque en algunos pacientes pueden producir una tos seca, irritativa, que llega a ser muy molesta, aunque no grave. Si este es su caso, comuníqueselo a su médico, ya que hay alternativas similares que no producen tos.

 -         Antagonistas de la Renina-Angiotensina (ARA-II)

 Este grupo de productos tiene nombres terminados en “an”: Losartán, Valsartán, Candesartán, Telmisartán, etc. Actúan, aunque a distinto nivel, en el mismo sistema de los IECAs, y tienen efectos muy similares. Son una buena alternativa para los pacientes que no toleran los IECAs por cualquier motivo, especialmente por la aparición de tos irritativa, como ya hemos mencionado. Los ARA II sólo raramente producen tos, y en general son productos con un bajo nivel de efectos secundarios, por lo que son ampliamente utilizados para el tratamiento de la HTA y de la insuficiencia cardiaca.

 -         Antagonistas del Calcio

 Son medicamentos utilizados para reducir la tensión arterial, aunque también tienen propiedades antianginosas, es decir, para el tratamiento de la angina de pecho. Existen diversos tipos: los terminados en “ino”: nifedipino, amlodipino, etc, y además el Verapamilo y el Diltiazem, citando sólo a los más conocidos. Sus propiedades farmacológicas varían entre ellos más que en los demás grupos, ya que unos reducen la frecuencia cardiaca y otros no, así como también son distintas sus indicaciones y efectos adversos, por lo que no podemos darle más detalles como “familia”. Solo mencionaremos que los productos terminados en "ino" pueden producir hinchazon de las piernas, a veces molesta, que se quita rapidamente al suspender el tratamiento. Este efecto se debe a sus propiedades vasodilatadoras

viernes, 19 de diciembre de 2008

LA HIPERTENSION ARTERIAL (II)

Las principales medidas para el tratamiento no farmacológico de la HTA son:

Dieta 

La dieta en los hipertensos debe ser, en general, sosa. La sal retiene líquidos, lo que hace aumentar la presión de la sangre sobre las arterias. Una dieta sosa no significa  una dieta estrictamente sin sal, que sólo será necesaria para aquellos pacientes con una función cardiaca muy deprimida y que corren el riesgo de presentar episodios de insuficiencia cardiaca. Los demás deben reducir la cantidad de sal que consumen al día, lo que puede hacerse siguiendo las siguientes normas:

 

-         Evite los alimentos precocinados. La sal es un excelente conservante, por lo que prácticamente todos los alimentos preparados industrialmente son ricos en sal. Esto incluye, aunque la lista no es exhaustiva:

-         Los embutidos, de todo tipo, incluido el llamado “Jamón dulce” o de York, excepto si se indica expresamente que está elaborado sin sal.

-         Las conservas de todo tipo

-         La sopas y demás alimentos deshidratados

-         Los aditivos tipo “caldo de pollo” y similares

-         Las salsas embotelladas

-         Los frutos secos

 

-         Procure tomar alimentos naturales y preparados en casa. A la carne, el pescado, las legumbres, verduras o ensaladas se les puede añadir un poco de sal para darles gusto.

 

-         Si come fuera de casa, puede especificar en los restaurantes que prefiere comida sosa. En la mayor parte de ellos podrán ayudarle.

 

-         Elimine el salero de la mesa. Es una mala costumbre que incita a aumentar la cantidad de sal que se ingiere.

 

Con estas breves normas puede reducir significativamente el consumo de sal. Si su caso necesita una reducción más drástica, puede recurrir a las sales de potasio, que reducen la cantidad de sodio en aproximadamente un 50%, pero no olvide que estas sales también contienen sodio.

 

Adicionalmente a la reducción del consumo de sal, los hipertensos deben reducir su consumo de alcohol a menos de 30 gramos de alcohol diario, lo que equivale, aproximadamente, a dos copas de vino. Igualmente es aconsejable que mejore la calidad global de la dieta, incorporando los alimentos tradicionales de la dieta mediterránea, de la que hablaremos cuando tratemos el colesterol.

Estilo de vida : sobrepeso y ejercicio

 Para el adecuado control de la Hipertensión es muy importante mantenerse en el peso ideal. La mayor parte de los hipertensos necesitan reducir peso, y ello puede ser suficiente para alcanzar los niveles adecuados de presión arterial, evitando así la necesidad de tratamiento con medicamentos.

Si usted tiene sobrepeso, sería una excelente idea ponerse en manos de un endocrinólogo para marcar un objetivo de peso y realizar una dieta hipocalórica. 

Excepto si su cardiólogo le ha establecido limitaciones concretas, usted puede y debe realizar ejercicio físico, de tipo aeróbico (caminar, nadar, vea más adelante), que le incremente la frecuencia cardiaca de forma constante. El ejercicio es muy conveniente para los hipertensos, ya que ayuda a mantenerse en el peso ideal y reduce las cifras de tensión, pero debe realizarse siguiendo las indicaciones de su médico..

  


sábado, 13 de diciembre de 2008

LOS FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR

La evidencia acumulada de muchos años indica que existen unos factores de riesgo que influyen en  la aparición de una enfermedad coronaria.

Así, las personas fumadoras, hipertensas, diabéticas y con el colesterol elevado tienen muchas más probabilidades de tener una cardiopatía isquémica que las que carecen de estos factores “negativos”.  Sin embargo la estadística, todos los sabemos, es traidora, y en ocasiones juega malas pasadas. Así, una persona sin factores de riesgo coronario de ninguna manera está absolutamente libre de padecer una cardiopatía isquémica, pero las probabilidades de que esto ocurra son muy, muy bajas. Se calcula que más del 90% de las personas que tienen un ataque cardiaco presentan, al menos, UN factor de riesgo.

Por tanto, si usted quiere disminuir las probabilidades de padecer en el futuro una enfermedad coronaria, debería practicar lo que se denomina una “Prevención primaria”, que consiste en reducir al máximo los factores de riesgo coronario. En apartados posteriores veremos que también existe una “prevención secundaria”, que también tiene el objetivo de mejorar estos factores de riesgo, pero en personas que ya padecen la enfermedad, para reducir las posibilidades de que vuelvan a tener procesos agudos coronarios.

Los factores de riesgo cardiovascular (FRCV en abreviatura) son diversos, e incluyen el sexo, la edad, la predisposición genética, etc. En gran medida están interrelacionados, lo que dificulta la percepción de la importancia real de cada uno. Así, un paciente obeso con más facilidad será diabético, hipertenso o tendrá el colesterol alto, pero esto no es siempre cierto. Hay hipertensos delgados, por ejemplo.

Nos vamos a referir aquí a los que pueden ser modificables por el paciente o por la intervención del médico. Es evidente que no se puede dejar de ser varón  (¡aunque la ciencia haya conseguido que en esto también haya excepciones!) o disminuir la edad (en esto sólo se ha conseguido mejorar la fachada, pero las arterias siguen siendo las mismas). Pero sí se puede controlar bien una hipertensión arterial, o dejar de fumar, o comenzar un programa de ejercicio físico para evitar el sedentarismo. 

Los principales FRCV son:

                       1-   La hipertensión arterial

           2-   Las dislipemias: colesterol y triglicéridos

           3-   El tabaquismo

           4-   La diabetes

           5-   El síndrome metabólico

           6-   La obesidad

           7-   El sedentarismo

                       8-   El estrés

Iremos hablando de todos ellos en sucesivas entradas

LA HIPERTENSION ARTERIAL (I)

La sangre circula por nuestras arterias y venas gracias a unos gradientes de presión. Cuando la sangre oxigenada, arterial, sale del ventrículo izquierdo hacia la gran arteria aorta, lo hace con una alta presión, que permite que sea capaz de llegar a todos los rincones del organismo. Cuando regresa por las venas hacia la aurícula y el ventrículo derechos, lo hace a baja presión,

El aumento de los niveles normales de la presión por la que circula la sangre por nuestras arterias se denomina hipertensión arterial (HTA)

Realmente desconocemos las causas de la HTA en la mayoría de los pacientes. Sabemos que los niveles de la presión arterial van aumentando a lo largo de la vida, de forma que mientras en la edad infantil solo se encuentra un 5% de hipertensos, en edades ancianas se llega a un porcentaje del 70% de personas que superan los niveles recomendados por las sociedades científicas. Esta HTA, que es la más frecuente, se denomina “Esencial”, que es una manera fina de decir “de causa desconocida”.

Cuando la HTA se presenta en épocas precoces, o cuando es muy súbita, o se acompaña de unos síntomas (lo que nota el paciente) o signos (lo que identifica el médico en la exploración física del enfermo) determinados, podríamos estar en presencia de una hipertensión “secundaria”, es decir, de causa diagnosticable y potencialmente tratable o incluso curable. En estos casos concretos, poco frecuentes, merece la pena realizar exploraciones más sofisticadas para intentar averiguar la causa de la HTA (estrechamiento de algunas arterias, tumores de las glándulas suprarrenales, otras enfermedades endocrinológicas, por ejemplo), pero en la gran mayoría de los pacientes estas pruebas no serán necesarias, porque, como decimos, la HTA suele ser de causa desconocida o esencial.

Pero lo que si podemos hacer, además de intentar devolver las cifras de TA a la normalidad mediante el tratamiento adecuado, es evaluar el posible daño que la HTA haya causado en nuestro organismo. Por eso, si su cardiólogo le solicita una radiografia de tórax o un ecocardiograma , por ejemplo, no lo hará en la mayoría de los casos para saber la “causa” de su hipertensión, sino para saber si la hipertensión ha producido ya daños en su corazón u otros órganos.  

El aumento de presión hace que el deterioro de las arterias sea superior al normal, por lo que se producen lesiones en múltiples órganos: las propias arterias, los riñones, el cerebro, la retina, el corazón, etc. En el caso específico del corazón, la hipertensión provoca un aumento del trabajo que hace el miocardio para expulsar la sangre hacia la aorta, ya que, al tener que vencer mayor resistencia, necesita realizar un esfuerzo superior. Este esfuerzo extra suele conducir a la Hipertrofia Ventricular Izquierda, situación en la que el miocardio aumenta de grosor y que es un predictor de mal pronóstico. Por eso es tan importante mantener la presión dentro de las  arterias en límites normales.

 Valores normales de la presión arterial

La Presión arterial se mide en milímetros de mercurio, pero más frecuentemente se expresa en centímetros de mercurio. Es decir, 140 mm de mercurio (mmHg) es lo mismo que 14 cm de mercurio. Lo que significa que una tensión de 140/80 es lo mismo que 14/8. 

Se considera que la presión arterial está elevada cuando la  sistólica o “máxima” es superior a 140, y/o la diastólica o “mínima” es superior a 90. Ambos valores expresados en milímetros de mercurio (mm Hg)

Sin embargo, lo deseable es no llegar a estos valores. Recientemente se ha acuñado el término normal-alta para referirnos a valores superiores a 130/80, y podemos decir que la TA óptima sería en torno a 120/80, pero ello no quiere decir que se necesite comenzar a tomar medicinas a partir de estos niveles. Además, como la presión (término siempre equivalente a “tensión”) arterial no es “plana”, sino que es una línea quebrada, con oscilaciones en los diferentes momentos  del día y la noche, es preciso asegurarse, antes de empezar un tratamiento con medicamentos, que un número suficiente de las tomas está por encima de los valores aceptables. Habitualmente se hacían diferentes tomas en consulta, en días distintos, para cerciorarnos de que el paciente era un verdadero hipertenso, pero en la actualidad es más práctico recurrir a la denominada MAPA, o “Monitorización Ambulatoria de la Presión Arterial”, también conocido en términos coloquiales como “Holter de Tensión Arterial”, aunque el eminente cardiólogo Dr. Holter no tuviera nada que ver con su desarrollo.

La MAPA es muy útil para diferenciar a los verdaderos hipertensos de los hipertensos de “bata blanca”, que tienen siempre cifras elevadas de tensión en las consultas y normales en su vida cotidiana. También se utiliza para evaluar la respuesta al tratamiento con medicamentos.

No todos los hipertensos necesitan comenzar desde el principio un tratamiento con medicamentos. En los casos de hipertensión grado I (cifras hasta 160/100), se aconseja comenzar con medidas higiénico-dietéticas, y sólo añadir fármacos si éstas son ineficientes y la hipertensión persiste.

Cuando se diagnostica una HTA grado II (cifras superiores a 160/100) si que se recomienda comenzar inmediatamente con tratamiento farmacológico, aunque las medidas no medicamentosas también son muy importantes.