La ergometría, o prueba de esfuerzo, consiste en incrementar de forma controlada su frecuencia cardiaca mediante un ejercicio físico. Puede hacerse en una cinta rodante o en una bicicleta, y cuando se realiza bajo supervisión de un cardiólogo no supone un riesgo apreciable. No le tenga miedo a la prueba, es suficientemente segura cuando se hace en las condiciones adecuadas, generalmente en un entorno hospitalario.
La ergometría es una prueba relativamente fácil de realizar y que proporciona información muy útil para tomar decisiones:
- Después de un infarto de miocardio, una ergometría positiva indica una alta probabilidad de que haya otras arterias coronarias afectadas por la enfermedad arteriosclerosa, además de la que ha provocado el infarto.
- Si ya conocemos la existencia de lesiones obstructivas en las coronarias porque el paciente se ha realizado un cateterismo después del Síndrome Coronario Agudo, la ergometría nos permite evaluar con más precisión su importancia. Una lesión obstructiva que no produce signos de isquemia (recuerde, falta de aporte sanguineo a las células) es menos peligrosa, y por tanto su pronóstico es mejor. Lo contrario es también cierto: si la ergometría revela signos de isquemia severa, alguna de la lesiones (o varias) está impidiendo a la sangre circular correctamente hacia el miocardio, y por tanto deberá ser, si es técnicamente factible, dilatada para mejorar el riego.
- En el seguimiento de pacientes con enfermedad coronaria la ergometría permitirá detectar precozmente nuevos problemas de falta de riego al corazón, incluso antes de que el paciente haya notado ningún síntoma. Por eso, es muy probable que su cardiólogo le pida realizar una prueba de esfuerzo periódicamente, aunque usted se encuentre bien.
- Y en aquellas personas que no padezcan la enfermedad pero que tengan varios factores de riesgo, la ergometría puede alertar sobre la aparición de problemas coronarios antes de que den síntomas.
Es posible que su médico le indique la necesidad de suspender algunos medicamentos antes de realizarse la ergometría, generalmente del tipo de los “betabloqueantes”. Estos fármacos impiden que aumente la frecuencia cardiaca, lo que los hace muy útiles en el tratamiento de pacientes coronarios, pero como el objetivo de la prueba de esfuerzo es comprobar como responde el miocardio cuando se le exige un esfuerzo más intenso, se necesita que la frecuencia cardiaca aumente sin obstáculos. No se preocupe, no hay ningún problema en retrasar unas horas la toma de los medicamentos. Siga las instrucciones que le den. De lo contrario, la prueba podría ser inútil, al no alcanzarse el mínimo de frecuencia cardiaca necesaria para que la prueba tenga valor (el 85% de la frecuencia cardiaca máxima teórica, recuerde que se obtiene restando su edad a 220).
La ergometría es una prueba sencilla, relativamente fácil de hacer, que no radia al paciente y que aporta información relevante, pero no es, ni mucho menos, cien por cien fiable. Aproximadamente en un 20% de los casos la ergometría nos confundirá, o bien por ser “falso positivo” (la prueba nos dice que hay enfermedad, pero luego no se confirma), o “falso negativo” (la prueba no es capaz de detectar una enfermedad que sí existe). Por ello, en muchos casos es necesario completar el estudio con otras pruebas, y finalmente el cardiólogo deberá sacar sus conclusiones evaluando conjuntamente toda la información disponible, en ocasiones contradictoria. No es una profesión fácil…